Muchos se preguntarán por qué, si existen esos maravillosos conocimientos, no fueron dados libremente a la humanidad para su beneficio. Si existe una escuela que transmite esa sabiduría que convierte a los seres humanos en dueños de su destino. ¿Por qué se ha ido transmitiendo, a lo largo de los siglos, de una manera tan privada?. La contestación se encuentra en el encabezamiento de este apartado: LA VERDAD HACE LIBRES A LOS HOMBRES. Y si hay algo que odien los tiranos del pasado y del presente es precisamente a los seres libres.
Tenemos muchos ejemplos de cómo los tiranos y los que no quieren desprenderse de sus privilegios adquiridos de forma ilegítima, aprovechándose de la ignorancia de los demás, han intentado suprimir el conocimiento que hace libres a los seres humanos.
Giordano Bruno, que era Rosacruz, murió quemado en una hoguera acusado de herejía por afirmar que la Tierra no era el centro del Universo. Galileo Galilei sufrió persecución y cárcel por decir que la Tierra se movía. Estas cosas tan simples que cualquier niño de párvulos en uno de nuestros colegios actuales considera normales, eran, en aquellas épocas tenebrosas, consideradas como ideas peligrosas que debían ser suprimidas y reprimidas con saña.
Si todo esto ocurría por lo que nosotros consideramos tan normal ¿Que hubiera ocurrido si los conocedores de los grandes principios y potencialidades de la Naturaleza los hubieran divulgado sin precauciones?.
De la misma manera que a Christian Rosenkreutz no le comprendieron, tampoco a ellos les hubieran comprendido y hubieran sido perseguidos por las mentes intolerantes.
Era necesario que esos conocedores silenciosos laboraran en el secreto, propiciando las reformas internas y externas que han ido conduciendo a la Humanidad a este grado de libertad del cual ahora disfrutamos.
Pero si bien es cierto que los tiranos, durante siglos, han pretendido arrebatar al ser humano el don divino de la verdad y el conocimiento que nos hace libres, también es cierto que el peor tirano que podamos padecer somos nosotros mismos, cuando nos negamos a aceptar que podemos aprender a desarrollar nuestras capacidades y poderes interiores para ser felices, para tener lo que deseamos y necesitamos, cuando nos negamos a aceptar que somos los dueños de nuestra vida y que lo que nos encadena no es el destino, sino nuestra ignorancia y nuestra falta de resolución para aprender los secretos que nos convierten en Maestros de la Vida y Artífices de nuestro propio destino.
¿Deseamos seguir manteniéndonos en la tiranía de nuestra ignorancia?.
Tal y como dijeron nuestros hermanos Rosacruces del pasado en uno de sus manifiestos: La Orden Rosacruz hace acto de presencia visible e invisible para enseñar, a quien tenga valor y decisión para ello, a alcanzar la Sabiduría que le capacitará para vivir una vida plena y digna de ser vivida.